Hoy en día, la calidad de las plataformas de streaming va de mal en peor. Hemos pasado de estrenos de series, cuanto menos, bastante decentes, a una mezcla entre un surtido de subproductos en formato reality y documentales sensacionalistas junto a unas series y películas que en raras ocasiones cumplen las expectativas.
Con el paso del tiempo, estas plataformas han terminado convirtiéndose en versiones evolucionadas —pero de pago— de canales como Telecinco o Antena 3. Y no solo hay que pagar, sino que además incluyen anuncios, ofrecen una calidad estándar, y si quieres verlo mejor, debes pagar aún más. Al parecer, lo que ya te cobran, sumado a la publicidad —normalmente repetitiva—, no es suficiente para garantizar la mejor calidad de imagen.
Los precios oscilan aproximadamente entre los 100 y 200 euros al año, dependiendo de la plataforma y el tipo de suscripción, todo ello a cambio de unos pocos estrenos anuales que, con suerte, merecen la pena. Aunque siempre hay algún título rescatable, hace tiempo que la oferta no resulta tan atractiva como la de hace unos años. Tal vez el declive comenzó a hacerse más evidente a partir de la época de la pandemia.
Las propias plataformas son plenamente conscientes de este descenso en la calidad de sus contenidos. También saben que gran parte del público, una vez suscrito, suele mostrarse reacio a darse de baja, aunque cada caso es distinto. Según sus propios estudios, les compensa el porcentaje de usuarios que pierden en relación con lo barato que resulta producir algunos de estos contenidos.
Desafortunadamente, parece poco probable que se produzca un cambio de rumbo hacia una oferta más elaborada. Tampoco existen muchas alternativas atractivas a estas plataformas masivas. En general, lo que ofrece la TDT en abierto no puede considerarse una opción demasiado sugerente, aunque de vez en cuando aparecen cosas interesantes. En ese sentido, la aplicación de RTVE está bastante bien, especialmente por su archivo histórico, que es una auténtica joya, aunque no destinada al gran público. Algo similar puede decirse de Filmin, una plataforma con una oferta muy interesante, pero quizás demasiado selecta para la mayoría.
Otra opción es el formato físico, aunque presenta evidentes complicaciones: el espacio que ocupan los títulos si quieres tener una buena colección, y la creciente dificultad para conseguir ciertas películas o series, muchas veces descatalogadas o disponibles únicamente en ediciones pirata. Todos estos factores hacen comprensible que muchas personas opten por conseguir los contenidos por otros medios, aunque eso suponga bordear la legalidad.
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