Un recuerdo imborrable que tengo de algunas películas que vi en mi infancia es una escena que se repetía en varias de ellas, donde un complicado y grotesco artilugio servía para obtener un resultado aparentemente más sencillo de conseguir sin dicho artefacto. A menudo, se trataba de una especie de aparatosa cadena de montaje casera, utilizada para realizar cualquier tarea cotidiana, desde vestirse hasta preparar un desayuno. Este tipo de disparatada maquinaria aparecía en tres películas que vi innumerables veces durante mi infancia e incluso adolescencia: Regreso al futuro, Los Goonies y Cariño, he encogido a los niños. En todas ellas, se podían ver estas escenas que tanto me impactaron. No sería la última vez que me encontraría con algo similar en películas posteriores, pero estas tres, al verlas de pequeño, me dejaron una huella profunda.
Podría haber quedado solo como el recuerdo de una peculiar escena similar en algunas películas emblemáticas de mi niñez, hasta que hace aproximadamente un mes me decidí a ver, o más bien a volver a ver, Flubber y el profesor chiflado, largometraje protagonizado por Robin Williams. A pesar de haberla visto en su momento, lo cierto es que la tenía bastante olvidada, así que la puse y, ya en los primeros instantes, aparece esa escena en la que un complicado y grotesco artilugio sirve para obtener un resultado aparentemente más sencillo. Esta escena me retrotrajo a Regreso al futuro, Los Goonies, Cariño, he encogido a los niños y otras películas que vi posteriormente. Como si fuera un puzle en mi cabeza, muchos años después me di cuenta de que esto no era casual y que debía estar relacionado de algún modo. Lo primero que pensé fue que debía ser un homenaje a algo similar que apareció en algún clásico del cine y que todas estas películas habían hecho su particular tributo repitiendo esa escena de manera similar.
Aunque no era exactamente eso, ya iba un poco mejor encaminado. De hecho, esto mismo ya lo tenemos en Tiempos Modernos de Chaplin, una película de 1936, con una escena soberbia donde le hacen tomar distintos alimentos a través de una de estas maquinarias, consiguiendo momentos divertidísimos gracias a la genialidad de Chaplin, en uno de los pocos largometrajes de este gran actor que, curiosamente, no vi en mi infancia.
Pero, contrariamente a lo que pensaba inicialmente, todo esto no venía de un homenaje a este momento de Chaplin, o al menos no del todo, ya que su origen está en la llamada máquina de Rube Goldberg. Según la definición de la Webster's Third New International Dictionary, consiste en «llevar a cabo algo de una manera redundante y extremadamente compleja, que real o aparentemente podría hacerse de manera simple». Esto se aplicaba a las ilustraciones de maquinarias con estas características que hacía Rube Goldberg, llegando a ser usado como expresión coloquial para definir cualquier situación en la que se tomaran medidas complicadas para algo que podía resolverse de manera sencilla.
Y no solo ha llegado este concepto a la ficción. A principios de 1987, la Universidad de Purdue en Indiana comenzó la competición nacional anual del Concurso de Máquinas de Rube Goldberg, organizado por una fraternidad de ingeniería de dicha universidad.
Incluso a España llegó esta idea hace muchos años a través de la revista TBO, que tenía una sección llamada Los grandes inventos del TBO del Profesor Franz de Copenhague, donde aparecían artilugios bastante similares a los de Goldberg.
En cuanto al cine y posteriormente la televisión, tras esa aparición en Tiempos Modernos, en 1968 volveríamos a ver otro artilugio inspirado en Rube Goldberg en la película Chitty Chitty Bang Bang, con la inolvidable escena del desayuno con Dick Van Dyke. De las tres películas que mencioné al principio, en las secuelas de dos de ellas volverían a aparecer artefactos tipo Goldberg: concretamente, en la segunda parte de Cariño, he encogido a los niños y en la tercera de Regreso al futuro.
Otras películas donde pudimos ver este tipo de maquinaria incluyen Brazil, dirigida por Terry Gilliam en 1985, que tiene una memorable escena preparando el desayuno, y Basil, el ratón superdetective de 1986, con algo similar cuando se libran de la trampa de ratones que los retiene. En 1990, tenemos a Eduardo Manostijeras de Burton con la escena en el castillo, y un año después La Bella y la Bestia con la escena de la máquina del padre para cortar leña. Hasta el mismísimo Casper usa una de estas creaciones para servir un desayuno a Christina Ricci en el largometraje de 1995. También la mencionada Flubber y la película de Wallace y Gromit de 2005. Hay numerosos ejemplos, y estoy seguro de que me dejo unos cuantos que no he visto, no recuerdo o no encontré información al respecto.
Y no solo en el cine, también a través de la televisión hemos visto buenos ejemplos de la máquina de Goldberg, el mejor probablemente en un episodio de Padre de familia de su cuarta temporada, o incluso varios de los experimentos del profesor Farnsworth de Futurama son buenos ejemplos de esto.
Viendo en conjunto estas escenas, podría concluirse que hay ciertos elementos que se repiten en varias de ellas. Por ejemplo, en varias ocasiones la finalidad de la máquina es obtener un desayuno, mostrándose el proceso de romper el huevo y comenzar a freírlo. También vemos que se repite en varias películas mecanismos para darle comida al perro, abriendo la lata y volcándola. Es común en muchas de estas escenas que los resultados del proceso acaben en desastre, mostrando la poca utilidad de estos artefactos o máquinas de Rube Goldberg.
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