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DISNEY en los 80's: Una década CRUCIAL


 La década de los 80 fue un período tremendamente convulso para la compañía Disney: grandes apuestas cinematográficas que fracasan terriblemente en taquilla, pérdida de algunos de los mejores animadores, apertura de un canal de televisión que no termina de ser rentable. Sin embargo, también en esa década, varios de los clásicos animados que se estrenan son un rotundo éxito. Además, lanzan una compañía especializada en películas de acción real para un público más adulto y consiguen unos cuantos taquillazos bastante sonados. Es la década en la que comienzan a comercializar en formato VHS sus películas de animación, se abren nuevos parques, inician las series animadas que se volverán las más populares del momento, abren las tiendas Disney y se marca el camino a seguir para que, durante la siguiente década, los 90, encadenen la serie de películas consecutivas probablemente más brillante de toda su historia. Como podéis ver, los 80 fueron una época de lo más interesante en Disney.


Durante esos 10 años, tres personas diferentes ocuparon el asiento de director ejecutivo. En primer lugar, Card Walker, que ya venía de mediados de los 70; después, Ron W. Miller, que apenas duró dos años, del 83 al 84; y por último, Michael Eisner, quien estaría nada menos que veinte años al frente de la compañía, concretamente hasta 2005. Aunque los tres mandatos tuvieron sus éxitos y fracasos, no cabe duda de que la etapa de Eisner fue, en muchos sentidos, la más brillante.

A pesar de que, en conjunto, la lista de éxitos fue más numerosa que la de fracasos, estos últimos fueron de mayores proporciones. Comenzando por la despedida de ese grupo de pioneros en la producción de animaciones para Disney, conocidos como "los nueve ancianos", con créditos en largometrajes como Blancanieves, Bambi, Peter Pan, La Cenicienta, Alicia o La Bella Durmiente. Tendrían su última participación relevante en Tod y Toby, de 1981. Poco antes del estreno de esta misma película, otro grupo importante de jóvenes animadores, entre los que estaba Don Bluth, dejarían la compañía, en esta ocasión por diferentes criterios relativos a la animación.


Por si fuera poco, una película en la que había puestas muchas esperanzas, Tron, de 1982, no terminó de ser el éxito que se esperaba en taquilla, además de recibir una crítica con opiniones bastante divididas. Este largometraje, que fue de los primeros en usar algo de CGI, supuso un duro golpe para Disney. A pesar de ello, con los años prácticamente se ha convertido en un título de culto, con su propia secuela y correspondiente serie animada.


Peor todavía fue el caso de Taron y el caldero mágico, pionera en varios aspectos técnicos. En su estreno, fue la película animada más cara, con algo más de 40 millones de dólares de presupuesto. Sin embargo, no llegó a recaudar ni la mitad de lo que costó, casi llevando al cierre del departamento de animación de Disney. Para hacerse una idea, fue superada en su estreno por La película de los osos amorosos, de un estudio con mucho menor presupuesto, como era el canadiense Nelvana. Aunque, también habría que mencionar que fuera de EE. UU. a Taron le fue bastante mejor, sobre todo en Francia, donde fue una de las más vistas del año.

Otro aspecto negativo, aunque con el tiempo acabaría siendo bastante exitoso, fue la apertura de Disney Channel. En su etapa más temprana, el canal era una fuente de pérdidas para la compañía. Además, en 1984 tuvo que afrontar un intento de compra hostil, lo que llevó a Disney a pedir un millonario préstamo que se añadió a la cuantiosa deuda que manejaba en aquellos momentos.


Pero, como ya comentaba, también se consiguieron importantes logros, y bastantes más de los que podría parecer. En primer lugar, ya en 1981, con el gran éxito que supuso en su estreno Tod y Toby. Con un coste de 12 millones, consigue recaudar más de 60, marcando en ese momento el récord de ganancias en taquilla para una película de animación. Aunque el siguiente clásico, Taron y el caldero mágico, es un fracaso, todo lo contrario ocurre con la que le sucede, Basil, el ratón superdetective o Policías y ratones dependiendo de si estás en España o en Latinoamérica. Este fue otro éxito que, con un presupuesto de 14 millones, consigue ganar casi 40. Tras Basil llegaría Oliver y su pandilla, batiendo otro récord de beneficios. Con una inversión de 30 millones, consigue nada menos que 120, además de quedar por delante de En busca del valle encantado, película de su antiguo empleado y ahora rival, Don Bluth.


Y qué decir del último clásico animado de Disney de la década, La Sirenita, estrenada en 1989. Con apenas 10 millones más de presupuesto que Oliver, consigue casi duplicar sus beneficios, con una recaudación de 210 millones. No cabe duda de que, en lo que respecta a los resultados en taquilla, todos los clásicos animados Disney estrenados durante esta década, excepto Taron y el caldero mágico, fueron un éxito. Si bien estos no han llegado a tener la repercusión o popularidad en el tiempo que otros títulos de la compañía han logrado, anteriores e incluso algunos posteriores, exceptuando, por supuesto, a La Sirenita, uno de los más recordados y queridos de Disney.


En cuanto a las películas de acción real, aparte del fracaso de Tron, el resto de títulos pasan bastante desapercibidos, exceptuando Cariño, he encogido a los niños, ya en 1989. Donde sí obtienen magníficos resultados es en su recién creada distribuidora para películas también de acción real, pero destinadas a un público más adulto: Touchstone. En los 80, esta firma tuvo varios taquillazos, como ¿Quién engañó a Roger Rabbit?, El club de los poetas muertos, Tres hombres y un bebé, Good Morning, Vietnam, Aventuras en la gran ciudad, Socios y sabuesos o El color del dinero, entre otros. Además, no se quedaron solo en las películas, ya que también crearon Touchstone Television para lanzar sus propias series, siendo una de las primeras Las chicas de oro, una de las más populares de la década y quizás también de la historia.

En cuanto a la animación televisiva, después de treinta años negándose a producir series animadas para televisión, esta política cambió durante el mandato de Eisner. Comenzaron con Los Wuzzles y Los osos Gummi en 1985, con un presupuesto para la animación mucho más elevado de lo habitual en productos similares. Lo mismo podría decirse de los guiones, también más elaborados respecto a los dibujos animados que sacaban otros estudios. Estas dos cualidades, alto presupuesto y guiones elaborados, se repetirían en las posteriores series animadas que se fueron estrenando: Patoaventuras en 1987 y Chip y Chop en 1989.


A todo esto, hay que sumar la apertura de nuevos parques temáticos y las primeras tiendas Disney, lo que hace que, en global, lo negativo esté bastante equilibrado respecto a lo positivo. Fue una década dispersa y de altibajos que sirvió también como período de transición entre los coletazos finales del Disney más clásico y el paso a la nueva compañía que iría evolucionando hasta lo que tenemos hoy en día.



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