En primer lugar, no soy experto en Godzilla; habré visto en total una media docena de películas, entre producciones niponas y estadounidenses. Tampoco puedo decir que ninguna de ellas me haya llegado mucho. Entre el entrañable cutrerío japonés y las soporíferas pero con mucha pasta invertida de las yankis, no ha habido ninguna que esté entre las pelis que más me hayan gustado. Yo diría que ni entre las 100 primeras, aunque no niego que, como todo monstruo cinematográfico, ejerce una cierta atracción sobre mí, que es lo que finalmente me lleva a ver alguna de estas películas.
Pero en esta ocasión fue ver cómo varias cuentas que sigo avisaban que Godzilla Minus One, largometraje japonés de 2023, ya estaba disponible en Netflix, película de la que en general he oído hablar muy bien, sobre todo en lo que respecta al resultado de los efectos digitales. Aunque modestos en presupuesto en comparación al estándar hollywoodiense, conseguían unos resultados impactantes. Así que, coincidiendo con uno de esos escasos ratos libres de los que últimamente apenas dispongo, me puse a disfrutar con esta nueva entrega de la criatura más emblemática de todo el prolífico universo de los kaijus.
Para empezar, la película comienza cuando la Segunda Guerra Mundial está dando sus últimos coletazos. Eso de primeras, me gusta. No había visto ni una imagen de la peli, pero no sé por qué me la imaginaba en la actualidad, y ver que está ambientada en esa época me pareció un acierto. Además, no tarda mucho en salir nuestro querido Godzilla, y lo hace por todo lo alto. Aunque no es tan impactante como otras escenas protagonizadas más adelante por el monstruo, es un buen comienzo. Me parece que los efectos son realmente buenos, aunque hay un par de momentos que, al menos yo, me di cuenta de que daba una sensación algo irreal. Concretamente, recuerdo una pisada en la arena que se notaba un poco que no estaba del todo pulida, pero tampoco es nada que te saque de la peli. Y si tengo en cuenta que no tiene los presupuestos de otras, pues ni tan mal.
Y ahora viene la parte que me saca de la peli, que es toda la larga historia de los personajes humanos y todo el tremendo melodrama semiromántico que se montan con el protagonista, la mujer que aparece con la niña, que si me gustas pero te respeto y no sé qué durante muchos y largos minutos. No digo que sea una mala historia; si sacas toda la parte de Godzilla y añades cuatro cosas más, tienes un drama costumbrista de posguerra que tendría su aquel. Igual hasta se tomaba más en serio en esos festivales de cine "culturetas", que la propia peli de Godzilla. Pero el problema para mí es que yo venía a ver una peli de Godzilla. Vale, sé que no puede ser que esté el monstruo en todo el metraje, pero en la intrahistoria me hubiera gustado algo más trepidante. Sí tiene la parte de la planificación para acabar con el monstruo y quizá por ahí tendría que haber tirado más la cosa. Eso sí, todas las escenas, o casi todas, en las que sale Godzilla son una maravilla, y no tanto por los efectos, que tienen más aciertos que fallos, para mí, la genialidad es cómo van creando la tensión en esas escenas, la sensación que te queda de: “¡pero qué bestialidad es esta!”. El cómo está planteado y su desarrollo te dejan pegado en el asiento. Sin duda, de todos los Godzillas que he visto, es el que me da una sensación más aterradora y poderosa, y desde luego bastante más que en las últimas superproducciones norteamericanas.
En esencia, esa es la sensación que me deja: la mejor peli de Godzilla en lo que al monstruo y sus apariciones respecta. Y aunque las partes donde no sale el kaiju se me hicieron pesadas, me pareció que tenían, ¿cómo decirlo?, ¿calidad fílmica? Pero hubo momentos que casi me hacen dejar la peli. Afortunadamente para mí, no fue así porque es un disfrute ver las partes de Godzilla desatado. Yo creo que si te gusta el "personaje", deberías verla y juzgar por ti mismo, y si esto de kaijus y bicharracos radiactivos no va contigo, quizás es mejor que te la saltes.
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