Ya había realizado algunos documentales cuando estrenó su ópera prima, Viaje al centro de la Tierra. Con esta película, además de inaugurar su trilogía de largometrajes basados en la obra de Julio Verne, introdujo casi por primera vez efectos especiales en una película española, además de lograr distribución internacional, algo muy poco frecuente en aquel momento, y una cierta campaña de marketing, también inédito en esos tiempos. Los críticos nacionales fueron bastante duros con esta película, pero el público respondió favorablemente.
La trilogía inspirada en Verne continuó con Misterio en la isla de los monstruos, basada en Escuela de Robinsones. Nuevamente, fue bien recibida por el público, aunque los críticos la rechazaron. Finalmente, la trilogía cerró con Los diablos del mar, basada en Un capitán de quince años, siendo esta la última ocasión en la que se realizó una película española basada en las obras de Julio Verne.
Otro de sus títulos más recordados es Mil gritos tiene la noche, enmarcada dentro del subgénero gore. Probablemente, es su mayor éxito de taquilla y la que ha tenido más repercusión con el paso de los años. Aunque en España pasó un poco desapercibida, directores como Eli Roth, conocido por la saga Hostel entre otros títulos, declaró que esta era una de sus películas preferidas.
No podemos olvidar Slugs, muerte viscosa, cuyos efectos especiales ganaron un Premio Goya, obteniendo por fin algo de reconocimiento a nivel nacional. Quizá su último título de cierta relevancia fue La Grieta, que volvió a ganar un Goya en los efectos especiales.
También tuvo tiempo de incursionar en el cine de superhéroes. Tras el éxito de Superman de Richard Donner, se atrevió con Supersonic Man, uno de los pocos superhéroes patrios en la gran pantalla, quizás el único hasta la llegada de la película de Superlópez.
Piquer Simón dirigió otras películas como Escalofríos, Los nuevos extraterrestres (1984) y La mansión de Cthulhu (1991), hasta llegar a Manoa, la ciudad de oro (1999), su última referencia acreditada como director. Lamentablemente, varios de sus proyectos no llegaron a concretarse, pero me hubiera gustado mucho verlos terminados, como las adaptaciones que quiso hacer de El Guerrero del Antifaz o El Capitán Trueno.
Juan Piquer Simón falleció en 2011 a la edad de 76 años, dejando un legado único que lo convierte, quizás junto a Jess Franco, en uno de los pocos directores que intentaron hacer otro tipo de cine, alejado de los estándares más populares de aquellos años de la Transición y los primeros años de la incipiente democracia.
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